Mientras mi visión no fuera absolutamente clara con respecto a las cuatro nobles verdades que ennoblecen, no podía pretender haber llegado a un despertar auténtico... -BUDA
El despertar NO es la revelación. En la
diferencia que las separa se expresa a su vez la línea tajante que divide las
tradiciones espirituales de oriente y occidente. la revelación actúa desde
fuera y se le impone al SER de un modo perentorio. San Agustín recibió la
revelación de la palabra divina que lo invitaba a leer las escrituras. Tolle lege, "toma y lee". San Agustín leyó y luego se convirtió. Se trata de un
relámpago, de un acontecimiento. El despertar en cambio, es un proceso que desencadena
en un relámpago. La revelación procede desde el exterior, el despertar, en cambio, procede desde el interior, del fondo de la existencia. La revelación irrumpe; el despertar, transforma. La verdad revelada es siempre coercitiva, no es dialéctica, es universal,
una para todos, depende de las palabras, no está sujeta a demostración alguna,
y su enunciación es su propia prueba. El despertar, que conduce a la iluminación, procede del desapego, se mezcla
con la vida misma para fluir con ella en una dialéctica interminable
transformándose a cada paso, a cada movimiento. El despertar no requiere de las
palabras, las trasciende y ocurre sólo cuando las palabras han enmudecido o
callado.
Al hombre le fue revelada la palabra
divina y se obnubiló por ella.
BUDA en cambio,
despertó.
De "Jung y Osho, en torno a la existencia", por Guido Tavani.